Nunca tarde si la dicha es buena

Por Pablo García Santos

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Nunca tarde si la dicha es buena

Desgraciadamente hemos llegado a un nivel de desinterés en el que un suceso no ocurre si no lo hemos recibido un mensaje de Whatsapp o si no ha aparecido en nuestro muro de Facebook. De este modo, no llegamos a conocer las atrocidades que se cometen en países como Siria.

Tuvimos que ser testigos de la muerte de un inocente infante sirio que yacía a orillas de una playa turca para percatarnos de la magnitud del conflicto. Este hecho provocó una oleada masiva en favor de los refugiados por parte de sus vecinos de esta casa llamada mundo. Sin embargo, la bravura de esta oleada humana fue rebajándose con el paso del tiempo.

Debido a los medios de comunicación, ya nadie trataba con suficiente asiduidad la tragedia que continuaba viviéndose en territorio sirio. No hace falta ofrecer cifras ciertas porque, al fin y al cabo, una muerte supone la misma tragedia que un millón. Aunque sea el número que sea, éstas deben ser omitidas por completo.

Algunos piensan que la solución se encuentra en invertir en una mejor ametralladora para acabar con los “malos”. El problema radica en que ni ellos -los que combaten en el conflicto- saben quiénes son los malos.

Finalmente una mente lúcida ideó la genial idea de reunir a ambos bandos sin armas, cara a cara. Y así es. El 29 de enero comenzarán las negociaciones que se prologarán hasta Junio. En ellas se tratará de acordar el primer objetivo, un alto al fuego.

Todo ello será moderado por el enviado especial de Naciones Unidas para el conflicto en Siria, Staffan de Mistura, quien -tras cinco años de guerra- tratará de poner paz en Oriente Próximo. Y sí, qué paradoja. Denominamos Próximo a aquel Oriente que nos parece tan alejado de nosotros y nuestros “problemas”.